Cristobalino: la sabiduría que camina el río

En una pequeña comunidad del río San Juan, en el Pacífico colombiano, vive Don Cristobalino, un hombre con sonrisa profunda y alma curiosa, que encontró en las plantas y en la espiritualidad el camino para sanar. No aprendió en libros ni en aulas; aprendió escuchando, observando y caminando junto a quienes llegaban de lejos a su pequeña casa en la comunidad de García Gómez en el Litoral del San Juan, trayendo conocimientos que él recogía con humildad y guardaba en la memoria como un tesoro.

 

Hace más de tres años comenzó a curar con plantas naturales a las personas de su comunidad. Con el tiempo, su casa se transformó en un punto de encuentro para indígenas y campesinos de distintas zonas, que llegaban buscando alivio para dolores, quebrantos, “mal de ojo”, reumatismos o malestares que la medicina moderna no siempre alcanza a comprender. 

 

Cristobalino nunca ha cobrado un precio fijo: a veces recibe dos mil pesos, a veces treinta, y muchas veces nada; “yo lo hago por ayudar a la comunidad”, dice.

Su vida cambió cuando, con ayuda de sus hijos, envió un mensaje a Médicos del Mundo Francia contando lo que hacía: que pegaba huesos, curaba ojos, trataba enfermedades, curaba la próstata y muchos otros males asociados a las cosmovisiones de su pueblo. Tres meses después recibió la noticia de que había sido seleccionado para formarse como Agente Comunitario de Salud en el marco del Consorcio MIRE+; una estrategia de educación que fortalece el tejido comunitario en los territorios, a través de metodologías que rescatan las prácticas culturales de los médicos tradicionales junto con la medicina moderna para garantizar el acceso básico a la salud en las zonas rurales de Colombia.

«Mi deseo es ayudar a mi comunidad.»

Desde que fortalece sus conocimientos en el consorcio MIRE+, cultiva sus saberes y entrega su sabiduría ancestral a otras y otros, sembrando caminos de aprendizaje en cada encuentro. En uno de esos talleres, se les pidió construir un cuerpo humano y ubicar en él las plantas que sirven para cada dolencia. Mientras otras personas dibujaron un cuerpo humano, él hizo dos: uno femenino y uno masculino; “porque no todas las plantas de la mujer sirven para el hombre, ni todas las del hombre sirven para la mujer”, explicó con seriedad. Presentó más de 170 plantas. 

Su dedicación fue tan profunda que, aun sin saber leer ni escribir, guardó en la memoria cada taller, cada indicación, cada planta, como si las llevara sembradas en el corazón. Para fortalecer su rol de liderazgo, Médicos del Mundo Francia, lo dotó con un kit de primeros auxilios, una camilla y medicamentos básicos para sus acciones médicas. Herramientas que seguirán cuidando la vida en su territorio. “El personal humanitario me llamó para felicitarme”, recuerda con orgullo. “Dijeron que mi proceso avanzaba con fuerza”.

Hoy mide la presión, da recomendaciones seguras y combina sus conocimientos tradicionales con lo aprendido en los espacios formativos. Envía reportes, cuida a su comunidad y acoge a quienes llegan desde otras partes del Pacífico. Es el único médico tradicional del río San Juan, y su fama ha cruzado territorios: desde comunidades indígenas del Chocó hasta Panamá, saben quién es Cristobalino. 

 

Cuenta que uno de sus mayores logros fue curar de la próstata a un hombre de más de 70 años reconocido en la región. Quien después de tener una sesión médica con Cristobalino, le realizaron exámenes en el hospital y los resultados demostraban que no tenía la próstata inflamada. Cuando le dijeron esto, él respondió: “a mí me la curó un señor llamado Cristobalino”.

 

Para él, su labor no es un oficio: es una misión. Sueña con seguir fortaleciéndose, con tener medicamentos y mejorar la salud de su comunidad.

«Yo me supero y mi comunidad también se supera.»

El viche, las plantas, los baños, el humo, los rezos (…) cada conocimiento es una herramienta que él cuida con respeto. Trabaja con parteras, acompaña embarazos, alivia dolores y enseña lo que sabe. Su espiritualidad guía cada decisión: “yo analizo a la persona y le digo qué plantas le sirven; es un proceso espiritual”, explica.

Cristobalino es más que un curandero, es memoria viva en su territorio, puente entre saberes, Agente Comunitario de Salud, líder respetado y símbolo de la unión entre conocimientos ancestrales y modernos como horizonte para salvar vidas en las orillas del río San Juan y el pacífico colombiano.

Fotografías: Alejandra Ramírez Ochoa

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